La larga espera de Diego Ifrán


Martín Lasarte fue el hombre que pidió el fichaje de Diego Ifrán para la Real Sociedad. De modo que él y sólo él será el que pueda presumir cuando el futbolista uruguayo se consolide como el delantero titular del conjunto vasco. 

No ha sido fácil. De hecho ha sido dificilísimo. Ifrán llegó a San Sebastián tras una buena etapa en Danubio, conjunto en el que permaneció durante dos temporadas y en el que marcó 27 goles en 45 partidos. Auguraba grandes cosas y la afición Txuri Urdin se mostró muy ilusionada con el uruguayo. “Lasarte lo hará triunfar”, se murmuraba en Anoeta.
 
 
Sin embargo, Ifrán aterrizó en agosto de 2010 con una seria lesión que no le permitió debutar hasta marzo de 2011, de modo que su primera temporada en la Liga española se echó a perder casi por completo. Por si fuese poco, coincidió en el tiempo con jugadores como Tamudo o Llorente, que cortaron su progresión en una extraña temporada en la que a pesar de todo disputó 10 partidos (sólo 3 de ellos de titular) y marcó dos goles. En los minutos de los que gozó mostró que su velocidad, inteligencia y olfato de gol podrían hacer mucho bien al equipo, a lo que hay que añadir una habilidad innata a balón parado, sobre todo en los lanzamientos de falta. Estas cualidades hacían prever que, si las lesiones le respetaban, la temporada 2012-2013 podría ser la suya.

Pero Martín Lasarte fue destituido a pesar de conseguir que un recién ascendido, como lo era la Real Sociedad, se mantuviese sin grandes problemas en Primera. Con él se marchó el principal valedor de Diego Ifrán, de modo que el delantero se vio obligado a comenzar de cero. A San Sebastián llegó un nuevo entrenador, el francés Philippe Montanier, aún hoy en el banquillo de la Real a pesar de contar con peores resultados y ofrecer peores sensaciones que Martín Lasarte, persona aun muy querida por una afición que jamás olvidará que el técnico uruguayo llevó al equipo de nuevo a Primera.


Desde el principio Montanier parecía no comprender al bombardero de Cerro Chato, como lo apodan en Uruguay. El técnico francés apostó por Agirretxe desde un principio y el delantero vasco le respondió con goles importantes que solucionaron muchos partidos al equipo, relegando a Ifrán al ostracismo. Así, el charrúa finalizó la temporada jugando 16 partidos, de los cuales únicamente disputó 4 como titular.

E Ifrán se cansó de esperar. Montanier inició la presente temporada dejando claro que nuestro protagonista seguía por detrás de Aguirretxe en la posición de nueve puro, y que tampoco le iba a dar la opción de jugar como segundo punta o en banda, plazas que Castro, Griezmann, Xabi Prieto y Vela se alternan continuamente. De modo que Ifrán se marcó de plazo hasta el mercado de invierno para convencerse de que sobraba en el equipo y de que a sus 25 años no podía dejar pasar más tiempo sin jugar. Si en diciembre seguía en el banquillo, se marcharía. Intentaría seguir en España y si no fuese posible volvería a Sudamérica. No sería ni el primero ni el último en hacerlo.



De este modo, cuando noviembre llegó Ifrán sólo había disputado 5 partidos, todos ellos entrando como suplente. De modo que su marcha en el mercado de invierno parecía cantada. Sin embargo, hace dos semanas, frente al Málaga, Montanier decidió apostar por él dejando a Agirretxe en el banquillo. La Real Sociedad ganó a un flamante equipo de Liga de Campeones, la Real Sociedad, que estaba pasando serios apuros, consiguió tres puntos de oro e Ifrán realizó un buen encuentro. De modo que el pasado lunes Montanier volvió a repetir con Ifrán de titular. Y ahí fue cuando se salió. Dio dos asistencias y junto a Vela fue el hombre del partido en la goleada en Anoeta frente al Rayo. La Real encadenaba así dos importantes victorias seguidas e Ifrán se colocó como máximo asistente del equipo, con tres pases de gol.

Este viernes la Real vuelve a jugar en Anoeta, esta vez frente a Osasuna, rival directo por la permanencia. Probablemente Ifrán sea de nuevo titular y goce de una otra oportunidad para demostrar que Montanier lleva un más de un año equivocándose con él. De ser así, la larga espera habrá valido la pena.

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