Valerón, Oubiña, Movilla y Martí no lo merecen

Los cuatro llevan toda una vida metidos en esto. Han vivido glorias y desventuras y todos ellos se han ganado el cariño de la hinchada. El fútbol se lo ha dado todo. Alguno de ellos ya ha pasado por el duro trance que supone descender a Segunda, otros en cambio se han paseado por los campos de toda Europa y han saboreado las mieles del triunfo. Ahora se acercan al final de sus carreras y quieren que un descenso no empañe tan brillante trayectoria con el correr de las lágrimas de una afición a la que aman.


Se trata de Valerón, Oubiña, Martí y Movilla y los cuatro se la juegan este fin de semana. Cuando acabe la jornada, tres de ellos apenas podrán conciliar el sueño, mientras que sólo uno dormirá feliz y con la tranquilidad del trabajo bien hecho. Pero lo que está claro es que cuando alrededor del minuto 80 de partido las cosas se compliquen, sus compañeros les mirarán a ellos esperando una solución, ansiando un pase, un gesto o un grito desgarrador de ánimo que vuelva hacer a su equipo confiar.

Juan Carlos Valerón es el que menos complicado lo tiene. Si el Deportivo gana, se salva. Así de simple. El problema es que se trata del único de los cuatro candidatos al descenso que se enfrentará a un rival con algo en juego. La Real Sociedad lucha, ni más ni menos, que por entrar en Liga de Campeones, por lo que el encuentro será duro de roer. Pero este vital choque será emotivo por otra razón. Acaba de hacerse público que Valerón colgará las botas cuando el árbitro pite el final del partido. En ese momento, Riazor se levantará para despedir al mejor jugador de la historia del Deportivo. Y lo hará con júbilo tras lograr la permanencia, o con lágrimas en los ojos al saber que disputarán la temporada 2013-2014 en Segunda división y sin Juan Carlos Valerón. Hace una década, el diario francés L´Equipe afirmaba que el canario era el mejor pasado del mundo. Se dice pronto. Sólo por eso, Valerón no merece descender este fin de semana.


Si hay lágrimas de desolación en la despedida de Valerón, será probable que sea el Celta el equipo que consiga la permanencia, situación que en Balaídos se viviría con alegría doble puesto que significaría que los vigueses siguen en la élite y que el máximo rival, el vecino de al lado, el Deportivo de la Coruña, ha descendido. Y probablemente el más feliz de esa noche sea Borja Oubiña, un futbolista que lleva toda su vida en el Celta, en parte debido al amor a unos colores, y en parte por la grave lesión que le impidió fichar por un grande de Europa antes de que el Celta perdiese la categoría hace más de un lustro. En ese momento a Oubiña se le negó la gloria. Es cierto que no le supo a fracaso convertirse en el líder del equipo en Segunda y llevarlo de nuevo a Primera, pero sus mejores años pasaron en el hoyo de la categoría de plata española. Así que la gloria no puede volver a negarse. Por eso, Oubiña tampoco merece descender este fin de semana.

Pero tampoco lo merece José María Movilla, el calvo bajito con exquisito manejo de la pelota que ha paseado su fútbol por los campos de Primera y Segunda división, participando en el mítico centro del campo Rufete-De los Santos-Movilla-Agostinho del primer gran Málaga de la historia, convirtiéndose en el Zidane de Jesús Gil en el Atlético o dando la cara en el campo y en tuiter por todos sus compañeros en el Murcia y en el Rayo. A sus 38 años, ésta es su segunda etapa en el Zaragoza y probablemente su última temporada en la élite. Aunque si el Zaragoza logra la permanencia ganando al Atlético y viendo tropezar a Celta y Deportivo, quizá Movilla se planteé el hecho de seguir jugando un año más. No merecemos dejar de ver a Movilla. Y por supuesto, Movilla no se merece descender este fin de semana.

Pero si por cojones fuese, el que menos merece descender es José Luis Martí. Un hombre de club, con el 75% de su corazón bermellón y el 25% restante sevillista. Martí ha dejado claro que el Mallorca debe seguir en Primera porque el Mallorca es de Primera. Sin embargo, es el que más difícil lo tiene. Debe ganar al Valladolid y esperar a que tropiecen sus tres rivales. Todo aquel que, como yo, descubrió el fútbol en la temporada 97-98 y que lleva viendo al Mallorca en Primera desde entonces, seguramente no quiera que descienda. Martí, pulmón del centro del campo balear a sus 38 años, tampoco querría que el final de su carrera se asociase al descenso de un club que lleva 15 años en Primera. De modo que no, Martí no merece en absoluto descender este fin de semana.


Al comienzo de cada temporada barajo opciones y pienso en qué equipo me importaría menos que descendiesen. La historia, la simpatía, los éxitos conseguidos, los jugadores con los que cuenta… todo ello influye a la hora de decidir qué conjunto no quisiera que perdiese la categoría. Del mismo modo que aborrezco que el Racing de Santander pueda descender a Segunda B, me horroriza pensar que Deportivo, Celta, Zaragoza o Mallorca acaben en Segunda. Y por supuesto, por lo que más me jode es por Valerón, Oubiña, Movilla y Martí. El único consuelo es que al menos uno de ellos me dará una alegría.

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